viernes, 29 de junio de 2012

CRISIS AL VOLANTE

A las grúas de los servicios de asistencia de los seguros se les empieza a amontonar el trabajo. De un tiempo a esta parte, apenas dan abasto en cuanto llega un fin de semana o unos días de vacaciones. «Han aumentado las llamadas por averías que hace unos años eran excepcionales y que ahora empiezan a ser comunes porque cada vez se ven más coches viejos», observa Luis Murguía, asesor de movilidad del Real Automóvil Club. El desplome de las ventas en el sector del automóvil causa un envejecimiento acelerado del parque de vehículos. La edad media de los coches españoles, que en 2007 era de 8,4 años, está ya por encima de los diez años, una frontera a partir de la cual los achaques mecánicos empiezan a hacerse crónicos.
Cuanto más antiguo es el parque móvil de un país, más crece su tasa de siniestralidad. La regla es a la seguridad vial lo que el principio de Arquímedes a la Física, es decir, que se cumple de forma inexorable. En las leyes del tráfico hay también un segundo principio inamovible que relaciona el número de accidentes con el estado de las infraestructuras. Los 1.300 millones de euros que el Ministerio de Fomento destinó en 2009 a la conservación de carreteras se han convertido este año en 873 millones, lo que quiere decir que habrá un 33% menos de fondos para arreglar baches, reponer señales, reparar vallas o pintar calzadas.
La alteración de valores tan básicos como el parque móvil y las carreteras amenaza con trastocar el resultado de la ecuación que determina la siniestralidad de nuestra red viaria, muy sensible a cualquier variación. «Es un cóctel explosivo», alerta Mario Arnaldo, presidente de Automovilistas Europeos Asociados. El especialista en seguridad vial pronostica un crecimiento de los accidentes que alterará la curva descendente de víctimas que empezó a dibujarse cuando en 2006 se implantó el carné por puntos. «La red española de carreteras suma 165.000 kilómetros y es imposible que pueda mantenerse con ese recorte presupuestario». Arnaldo afirma que hay una regla que aconseja dedicar a la conservación de la red viaria el 2% del producto interior bruto, lo que en el caso de España equivaldría a unos 1.800 millones. «Nuestras carreteras acumulan ya varios años de déficit en mantenimiento, así que lo de 2012 va a ser la gota del desborde del vaso».
Nadie como los transportistas para hacer un diagnóstico del estado de una red viaria que conocen como la palma de sus manos. Julio Villaescusa, presidente de Fenadismer, una federación que agrupa a 30.000 empresarios del transporte, sostiene que cada vez reciben más quejas de sus afiliados por el deterioro de las carreteras. «Cuando no se pintan las rayas, no se arreglan los baches y no se reponen los guardarraíles, que es lo que está empezando a pasar en España, crece la peligrosidad de todos aquellos que nos tenemos que ganar la vida al volante».
En el Ministerio de Fomento esperan dar con la fórmula de la cuadratura del círculo. «Vamos a compensar los recortes con una reducción de los gastos superfluos y medidas imaginativas para abaratar costes», sostiene una portavoz ministerial. La Administración, insiste, tiene margen para «optimizar» los recursos destinados a la conservación. «Se va a formar un grupo de trabajo con la Asociación de Empresas de Conservación y Explotación de Infraestructuras para buscar nuevas fórmulas de colaboración que nos permitan hacer frente a la nueva etapa sin desatender nuestras obligaciones».

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