La crisis que está viviendo el país está provocando que la gente tenga que buscarse la vida para poder salir adelante. Las hipotecas se encarecen, lo hace la gasolina y hasta los alimentos y todo contrasta con el descenso del empleo.
Todo esto está haciendo que gente que ha nacido y vivido en grandes ciudades, encuentra ahora una posibilidad en pequeños pueblos que estaban casi deshabitados y en los que se han multiplicado por diez las llamadas de gente interesada en emigrar a estas localizaciones.
Se busca un ritmo de vida más barato, donde no se pague hipoteca y donde no haga falta el consumo de combustible para subsistir.
Parece ser que la solución están en regresar a los orígenes, es decir, la emigración a la inversa. Si hace 50 o 60 años fueron nuestros abuelos los que dejaron el campo para labrarse un futuro en la ciudad, aprovechando el auge de la industria en las grandes urbes; ahora a nosotros nos toca repoblar esos pueblos abandonados.
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